Opinion publica y democracia deliberativa victor sampedro blanco pdf




















En otro sentido, Rousseau hablara de voluntad general, como resultado de un proceso deliberativo de la comunidad. Ya en poca contempornea, para comprender la OP, hay que comprender cmo medios de comunicacin, encuestas y sondeos construyen a sta, al recoger la opinin y las predisposiciones de la gente comn, que son tenidas en cuenta o debieran serlo por los que ejercen el poder o quieren ejercerlo en pblico Sampedro, , p.

Sobre todo, si se parte de la hiptesis de que una estructura determinada de poder slo puede mantenerse en el tiempo mediante el consenso. De forma que, incluso un rgimen autoritario, por mucha fuerza coactiva que aplique, slo permanecer si es capaz de generar los mecanismos discursivos pertinentes que permitan la creacin de un sentido comn que lo legitime.

Key Para ello, la manipulacin y construccin de la OP ser fundamental, en tanto que su control y seguimiento permita generar una serie de procesos de enmarcado,3 a partir de dinmicas de largo recorrido de carcter psico-social, donde adems de los racional, entran en juego emociones y distintos tipos de conexiones neuronales, que frente a unos estmulos en forma de ideas imgenes al interior del sujeto evocan significados concretos.

Entendiendo por tal, la explicacin dada por el socilogo francs al analizar tanto los presupuestos como los efectos que se encuentran y se dan en las encuestas de opinin. De forma que, implcitamente, se asumen tres postulados que, a juicio del autor, distorsionan las condiciones del rigor metodolgico en la recogida y anlisis de los datos Bourdieu, , p. Mientras, en el plano de los efectos, Bourdieu considera que, entre las funciones que estas encuestas de opinin puedan tener, sin duda, la ms importante consiste, quiz, en imponer la ilusin de que existe una opinin pblica como sumatoria puramente aditiva de opiniones individuales.

Circunstancia que hara de ellas un simple y puro artefacto Bourdieu, , p. Una tesis ya mantenida en por Walter Lippman, autor clsico de OP, para quien sta era un producto manufacturado y manipulado por aqullos con intereses en controlarla. Para Lippman, los medios de comunicacin seran los actores con mayor capacidad de condicionamiento en las sociedades contemporneas.

Pero no slo tiene que ver con el lenguaje. Lo primero son las ideas. Y el lenguaje transmite esas ideas, evoca esas ideas Lakoff, , p. Cuando un anuncio comercial o un mensaje poltico se dirige a los receptores, se inserta un sistema de hbitos, constituidos en su mayora desde la infancia a travs de un largo proceso de formacin de hbitos y gustos Garca Canclini, Opinin pblica agregada y opinin pblica discursiva Sin rechazar la crtica de Bourdieu, pero s matizndola, y como se ha expuesto en otro sitio Sampedro, , estos planteamientos llevan, en este punto, a distinguir entre dos tipos de OP: la OP agregada y la OP discursiva.

La primera hace referencia al tipo de OP descrito por Bourdieu, entendida como resultado de la suma de juicios individuales, donde el pblico que importa es la mayora. Mientras que la segunda se refiere, ms bien, a un proceso, el de un pblico que es un colectivo de voluntades individuales no determinadas previamente, como ocurra en el caso anterior que deliberan y se condicionan entre s durante el acto comunicacional. Por tanto, la OP agregada tiene ms probabilidades de ser construida artificialmente que la OP discursiva, puesto que la primera es la expresada por medios, sondeos y urnas y la expuesta a un mayor nivel de control por parte de las distintas burocracias y lites polticoinstitucionales dominantes tanto en el Estado como en el Mercado.

Mientras que la segunda no sera una mera agregacin de actitudes de la masa frente a asuntos polticos sino, ms bien, el producto emergente de una conversacin colectiva en expansin, enmarcada en el mbito de la sociedad civil, como fenmeno que permitira a sta adaptarse a los cambios de circunstancias Blumer, Uno de los principales debates que, en la actualidad, se plantea con mayor fuerza en torno a la opinin pblica trata sobre la existencia o no del carcter transnacionalizado de sta.

Los procesos de globalizacin, tal y como se han dado, han generado una suerte de movimientos de las placas tectnicas sobre las que se organizaba el mundo. Ms all de ser un fenmeno homogneo, ha representado una fuente de posibilidades y de frmulas basadas en la heterogeneidad, en un proceso donde lo glocal con un incremento de las prcticas de participacin poltica por arriba y por abajo de los tradicionales Estado-Nacin toma una importancia creciente.

Donde las Nuevas Tecnologas de la Informacin y la Comunicacin NTICs han abierto la posibilidad de generar nuevas comunidades imaginadas, as como el surgimiento de distintas dinmicas de reconstruccin espacial y de redescubrimiento de la identidad, donde la extensin de Internet y su uso por organizaciones de la sociedad civil.

Este proceso plantea, entre otras, dos grandes cuestiones. Por un lado, el fin de la tradicional concepcin de ciudadana,5 tal y como la defini Marshall vinculada a los derechos reconocidos en el Estado de Bienestar constituido en la Europa post-blica , al verse desbordada por una serie de nuevas dimensiones que van ms all de lo formal problematizando el concepto, a partir de su contenido sustantivo y de las condiciones econmicas y socio-culturales que posibilitan el ejercicio de derechos y de los elementos de homogeneizacin incluyendo la heterogeneidad como parte fundamental, con reconocimiento de igualdad en la diferencia de aquellos sectores histricamente discriminados, como mujeres, ancianos o indgenas.

Por el otro, el cuestionamiento de las fronteras nacionales como criterio esencial de definicin de ciudadana. Es en relacin a este ltimo aspecto y, ms en concreto, a la construccin de una OP que supere el mbito nacional a lo que aqu interesa dedicar cierta atencin. La tradicional nocin de Estado-Nacin constituye un imaginario, una comunidad imaginada Anderson, , que cuenta con una OP donde los miembros de la comunidad deliberan, en mayor o menor medida, sobre los asuntos ocurridos dentro del territorio como miembros distintivos del mismo.

Dos elementos fundamentales, como son la existencia de medios de comunicacin nacionales y el relato de historias a travs de ellos por individuos que se refieren a s mismos como parte de un colectivo delimitado, contribuyen a la generacin de un discurso sobre este espacio que termina por tener efectos reales en la cotidianidad de sus enunciadores. Hasta tal punto, que podra hablarse hasta de un nacionalismo banal Billig, Si se parte de esos dos elementos para analizar, por ejemplo, si puede hoy hablarse o no de una OP europea, veramos que, difcilmente, podran aplicarse con rigor ambos criterios.

Ni existen medios de comunicacin europeos ni parece que en los distintos soportes nacionales proliferen los relatos de ciudadanos de la Unin Europea UE como tales.

Aunque, si 5 Entre otros, podra destacarse cinco procesos que estn influyendo, en distintas direcciones, en la concepcin y redefinicin del ciudadana: 1 la creciente presin sobre la dimensin social asociada al Estado de Bienestar; 2 la convergencia espacio-tiempo provocada por las NTICs; 3 los flujos migratorios; 4 el incremento de formas participativas, a travs de la accin directa, vista por muchos ciudadanos como mecanismo ms efectivo; y 5 la organizacin de organizaciones de la sociedad civil y de movimientos sociales organizados a nivel transnacional Cammaerts y Van Audenhove, , pp.

Tal vez, la respuesta sera depende. Depende de su naturaleza, puesto que una esfera pblica europea podra ser o no deseable dependiendo del grado de apertura que tenga Downey y Koenig, , p. Ms all de este debate, tambin hay quien afirma que ya puede hablarse de una esfera pblica a nivel europeo. Philip Schlesinger argumenta al respecto que, a pesar de que todava persisten los intereses nacionales, existen elementos que permitiran comenzar a referirse a una OP a tal nivel, en la medida en que se cumplan con tres requisitos : 1 la extensin de una agenda propia europea; 2 que dicha agenda llegue a ser parte importante del consumo diario en los medios; y 3 que los ciudadanos de la UE desarrollen un imaginario que corresponda con un nivel supranacional Schlesinger, Igual, hay que ver estos procesos a la luz de nuevos marcos, puesto que no son una mera traslacin de los tradicionales sistemas mediticos nacionales, ya que la propia naturaleza de stos est siendo transformada por los distintos procesos globalizadores mencionados ms arriba.

Podra, de ese modo, hablarse de cmo se da un cambio que abarca mutaciones que van desde un incremento de la heterogeneidad socio-cultural hasta la generalizacin del cinismo en el discurso pblico, pasando por un crecimiento exponencial de medios de comunicacin y de mediadores polticos, as como del aumento de casos de cacofona o de la relativizacin de las fronteras Blumler y Gurevitch, Sin duda, si se asume que estas transformaciones significan, en parte, un cambio de paradigma, el concepto de redes sera el protagonista de ste.

La mayor complejidad de la realidad y la inmediatez con la que se transportan los flujos de informacin ha provocado una variacin en la naturaleza de las relaciones sociales, hasta el punto de hablarse de una sociedad red en la era de la informacin Castells, A efectos analticos, conviene diferenciar entre red social, entendiendo por tal la forma central de integracin social que existe en la actualidad; y formas de comunicacin en red , que se referira a la forma de conexin entre diversas redes sociales Friedland, Hove y Rojas, , p.

En general, por tanto, las redes sociales son una frmula en la que distintos actores, de naturaleza heterognea, entran en contacto a partir de objetivos e intereses comunes, estableciendo vnculos y creando redes. Cada una de esas redes tiene su dinmica particular, su propia agenda y sus propias estrategias Serbin, , p. Tal definicin no supone ya un rea delimitada a los tradicionales confines del EstadoNacin, puesto que muchos de los conflictos y aconteceres locales se ven sujetos ahora a distintos procesos de regionalizacin o, cuanto menos, a transcender de su mbito de origen as, por ejemplo, podra sealarse cmo movimientos indgenas han entrelazado alianzas, a nivel internacional, con grupos ambientalistas.

El empleo de formas de comunicacin en red debe entenderse, de esta forma, como parte de un proceso social el de las redes sociales donde, ms all de lo tecnolgico, entran en juego estrategias e imaginarios, en los que la comunicacin adquiere un importante valor, al generarse comunidades de discursos Monasterios, , que llevaran a la cristalizacin de nuevos vnculos entre actores, al generarse interacciones y dilogos, de carcter transnacional, que pueden incluso suponer autnticas redes transnacionales de defensa Kerck y Sikkink, Llegados a este punto, y tanto por las implicaciones que tiene para poder analizar en toda su complejidad la Opinin Pblica, como por la relevancia de los cambios en los que tambin se ve envuelta, nos detenemos en el concepto de esfera pblica, como lugar en el que se forma, grosso modo, la OP.

Se tratara as de un espacio de discurso, institucional o geogrfico, donde la gente ejerce de ciudadano accediendo -de forma metafrica- al dilogo sobre las cuestiones que afectan a la comunidad, a la poltica en su sentido ms amplio Dahlgreen, , p.

En este espacio que supone la esfera pblica, los distintos actores generaran la OP, cuya intencin sera el intentar influir en la toma de decisiones del decisor poltico.

Sin duda, el debate sobre esfera pblica supone, al menos en trminos tericos, un casi permanente dilogo con Habermas, quien formul de forma originaria el concepto Habermas, El autor planteaba entonces un idealizado espacio compartido por distintos sujetos, actuando como pblico individual, donde podan deliberar libremente cuestiones referentes a asuntos pblicos. Si bien, este concepto de esfera pblica ha sido cuestionado e, incluso, se ha visto sujeto a una reformulacin del propio autor Habermas, y Aunque posteriormente se retomar la crtica a Habermas, en relacin a los lmites de la aplicacin de la democracia deliberativa dentro de la esfera pblica, se avanzan ahora algunos de los principales problemas que plantea la formulacin tal y como se hizo en sus inicios.

En este sentido, podra afirmarse que la perspectiva habermasiana de una nica esfera pblica, donde en su interior existe una armnica integracin de pblicos, podra enmarcarse en una visin tardo-moderna de la realidad social. Una de las principales crticas que recibir esta mirada de la esfera pblica es su irrealidad, no slo en pocas contemporneas, sino tambin en la visin idealizada que ofrece Habermas en sus orgenes.

En parte porque el alemn no tuvo en cuenta aquellos factores econmicos, culturales, sociales y polticos que daban entrada a este espacio, puesto que stos, ms all de ser compartidos, supusieron y suponen un territorio, en muchos casos, exclusivo y, por tanto, de exclusin. De hecho, la tesis inicial habla de cafs burgueses, donde concurre un pblico ilustrado. Por lo que ya no es correcto pensar en una esfera pblica como un nico espacio ni ya es posible ni deseable pensar en trminos de un nico pblico Simone, , p.

Adems de esta exclusin de quin forma parte y quin no de la esfera pblica , habra que tener en cuenta otro factor, interno, sobre la formacin de un falso consenso, puesto que siempre domina un pblico experto o una minora con mayores recursos que el resto. Una advertencia parecida a aquella planteada por Alexis de Tocqueville cuando se refera a los riegos que entraaba la tirana de la mayora, que hoy implicara la sacralizacin de la OP agregada ver supra.

Esta crtica a una esfera pblica entendida como un espacio homogneo e integrado ha sido abordada por distintos autores Fraser, , que destacan la pluralidad de los pblicos e, incluso, la existencia de contrapblicos subalternos Assies, , p. Esfera pblica central y esfera pblica perifrica Esto lleva a pensar, como se ha sealado en otro sitio Sampedro, , p. La primera, con tendencia al consenso y a consentir el poder asentado, estara hoy formada por las instituciones polticas, las informativas y las demoscpicas; contara con ms recursos que ninguna y se caracterizara por estar poco abierta a la participacin directa.

La segundas, compuestas por distintos colectivos y comunidades de la sociedad civil, ofreceran incentivos a la participacin, de forma que contrarrestara las exclusiones provocadas en la central.

De tal modo que cuanto mayor sea el grado de apertura de la central y mayor receptividad tenga hacia las perifricas, mayor ser el grado de democracia posible y mayor dinamismo social se dar en la sociedad en la que se establecen.

Hecha esta diferenciacin analtica de esferas, conviene observar dentro de qu parmetros operan y cules son las distintas dimensiones que van a influir en el funcionamiento de cada una de ellas.

De esa forma, sealamos tres dimensiones principales Dahlgren, , pp. Aunque, posiblemente, el factor ms importante que ha transformado la naturaleza de las esferas pblicas adems de suponer una evidente proliferacin de las perifricas est relacionado con la irrupcin de las NTICs y, en especial, con las implicaciones que conlleva el uso de Internet, como principal forma de comunicacin en red.

Internet supone un nuevo espacio donde es posible la proliferacin de esferas pblicas perifricas, donde se facilite la conexin entre ellas y donde, incluso, se favorezca la influencia de aqullas en la central, as como que sea posible un proceso de apertura en sta.

Una pluralidad de nuevas formas, como blogs, foros, links o el acceso a miles de diarios digitales, da la oportunidad de que emerjan muchos de los discursos antes ausentes, circunstancia que visibiliza a muchos pblicos marginados. Entre estos espacios provistos por Internet, podra destacarse, principalmente, cinco, segn su estructura y la funcin que cumplen.

Dahlgren, , p. Sin embargo, puede que muchos de sus contenidos tengan de forma implcita elementos de tal carcter o terminen por derivar en cuestiones del mbito de lo ms poltico; y 5 dominios de medios de comunicacin, que abarcara tanto a los medios convencionales, adaptados al espacio ciberntico, como a los de carcter alternativo, como los asociativos y comunitarios.

Si bien, esta oportunidad de ir entretejiendo redes debe ser analizada con cierta precaucin, sobre todo, si se vincula a la creacin de espacios que se constituyan en esfera pblica, donde los pblicos deliberan y se forma una OP. Si ya de por s, la generacin de una esfera pblica no es una garanta suficiente de democracia, Internet aade un riesgo ms, vinculado a esa amplia heterogeneidad que ofrece, que es el de los ciberguettos Dahlgren, , p. Una cuestin que lleva al debate sobre el potencial democrtico de las nuevas tecnologas.

Dentro de la literatura sobre comunicacin poltica, se identifican dos posiciones principales. De un lado, los ciberoptimistas, para quienes Internet se presenta como una Nueva Estructura de Oportunidades para la participacin democrtica, por su capacidad para contener y distribuir informacin y, sobre todo, por su aptitud para favorecer una comunicacin interactiva eficaz Grossman, ; Kamarck y Nye, De otro, los ciberescpticos, quienes subrayan la importancia de la cultura poltica de un pas por encima del potencial tecnolgico.

De esta forma, el primer factor condicionara, en ltima instancia, la utilizacin de las redes sociales digitales Barber, ; Axford y Huggins, En ese ltimo sentido, habra que fijar la mirada en las condiciones estructurales en las que se enmarca el uso de Internet, tanto las ms socio-econmicas brecha digital: acceso a la tecnologa, conocimiento.

De esa forma, el espacio digital podra entenderse como un instrumento que desarrolla pero no cambia los comportamientos, sino que [son] los comportamientos [los que] se apropian de Internet y, por tanto, se amplifican y se potencian a partir de lo que son Castells, Por su parte, para Wellman , la gente ms activa on-line es tambin la ms activa off-line.

Y, por tanto, la deliberacin on-line puede incrementar la cantidad de participacin pero no necesariamente mejora la diversidad en la participacin. En el fondo de esta discusin entre optimistas y pesimistas, subyace una discusin sobre hasta dnde llega el rol de Internet en relacin a la transformacin de la esfera pblica. Tanto en el sentido de sustituirla en cualquiera de sus formaciones ms habituales y ya slo se hablara del espacio digital , como de evaluar su importancia en relacin a los avances democrticos que supone.

Sobre si representa un espacio ms de poder y control por parte de los fuerzas poltico-institucionales y econmicas ya establecidas, Castells defiende que al igual que en el espacio digital se dan formas de poder, de l tambin pueden surgir estrategias de contrapoder. Puesto que, como ha ocurrido siempre, la dominacin y el intento de perpetuarla en base a las condiciones estructurales pre-existentes y la resistencia a la dominacin no son fenmenos ajenos a Internet.

Por tanto, por un lado, podra afirmarse que Internet reproduce los discursos dominantes pero que, por otro, supone un contraste de los mass media, en el sentido de impulsar fuentes alternativas, al proveer: a espacios de comunicacin para aquellos ciudadanos de grupos marginales; b posibilidades de interactuar entre pblicos geogrficamente dispersos; y c plataformas para contrarrestar los discursos dominantes Dahlberg, , p.

Esto hace pensar que, a pesar de los riesgos y lmites sealados, Internet es particularmente til para acciones globales y como herramienta de participacin de poblacin dispersa geogrficamente Polat, En ese sentido, puede constituir un importante espacio para los movimientos sociales transnacionales, que encuentran en lo ciberntico una oportunidad para unir en red las distintas esferas perifricas, a travs de varias estrategias que aparecen atractivas a sus ojos Scott y Street, : 1 meso-movilizacin, que permite la coordinacin entre movimientos, sin necesidad de una organizacin jerrquica; 2 un mayor impacto sin necesidad de contar con mayores recursos; 3 posibilidad de tener el control editorial sobre el contenido y la comunicacin externa; y 4 posibilidad de eludir los tradicionales controles estatales y de comunicarse internamente en un entorno ms o menos seguro.

Es notable el ejemplo ciberntico que ha supuesto el portal Indymedia, una red global de organizaciones independientes, en la que participan centenares de periodistas, freelanch y activistas de algo ms de cuarenta pases. En ella se combinan informaciones y debates tanto de nivel local como de asuntos transnacionales generando una especie de esfera pblica glocal. Si se analiza el caso de Indymedia Cammaerts y Van Audenhove, puede observarse como implica una suerte de esfera pblica donde a existe una variedad de participantes de todo el mundo, donde la nacionalidad se torna irrelevante; b se debaten cuestiones de carcter transnacional o local pero vinculadas en forma de red y c hay un grado considerable de interaccin y debate ente los participantes.

Si bien, habra que matizar que tambin demuestra el riesgo de fragmentacin que antes se sealaba, puesto que los participantes, por lo general, pertenecer a un mismo campo simblico y consumen informacin que no les causa mayores problemas ni casos de disonancia cognitiva. En esta lnea, es importante fijar cuatro cacofonas Sunstein, que, en parte, ponen ciertas cautelas sobre la generosidad digital: a la sobreabundancia de informacin; b la fragmentacin de los discursos; c como consecuencia de esa fragmentacin, la polarizacin que ello puede generar; y d la posibilidad de que termine por ocurrir que las redes digitales reproduzcan la misma estructura que se da en los mass media.

En todo caso, y para cerrar con la potencial importancia que Internet puede llegar a tener para los movimientos sociales, Indymedia es una. Como ltimo apartado de este artculo, fijamos la atencin en un aspecto clave, que lleva a una reflexin sustantiva sobre aquello que ocurre en la esfera pblica. Si, como afirmaba Habermas, los discursos no gobiernan [pero] Ellos generan un poder comunicativo, que no puede tomar el lugar de la administracin pero puede influir en ella.

Esta influencia se limita a dar o quitar legitimidad Habermas, , p. Ello plantea una reflexin sobre el carcter de la democracia. Y, ms en concreto, sobre el modelo deliberativo propuesto por el propio Habermas, al hacer el anlisis sobre la formacin de la OP en la esfera pblica.

Lo que tambin plantea algunas crticas sobre el planteamiento, tal y como fue formulado por el autor. Cul democracia? En el debate en torno a la democracia,6 el planteamiento clsico presenta dos modelos principales.

El primero, referido a la democracia representativa, donde los individuos eligen a sus representantes, quienes velarn por sus intereses. En esta concepcin propia de vertientes como el economicismo, el pluralismo o el elitismo , se presupone que la OP agregada nace del inters privado y que influir, en cierta medida, en las decisiones que tomen los gobernantes, quienes escuchan la opinin mayoritaria.

La segunda, la democracia directa, plantea la participacin directa de los ciudadanos, quienes en asamblea decidirn sobre los asuntos colectivos. En este caso, se apelara a una OP discursiva. Sin embargo, las deficiencias de la primera el mero enfrentamiento entre voluntades privadas no asegura un armnico equilibrio ni la representacin de los ms desfavorecidos y las imposibilidades de la segunda la difcil viabilidad del modelo en democracias de cierta extensin 6 Para una profundizacin sobre este debate, vase: Sampedro, V.

Medios, sondeos y urnas. Madrid, Istmo, pp. De ese modo, podra decirse que, entre la realidad perfectible o realismo pesimista y la utopa inalcanzable, surge la opcin de trabajar por una utopa posible: la democracia deliberativa. Esta ltima seguira, por un lado, la OP agregada en la medida en que respeta la opinin de la mayora, pero corrige la falta de representacin de las minoras y, por el otro, la OP discursiva puesto que mediante el dilogo se traducen los intereses privados en colectivos y los ciudadanos deliberan con el fin de atenuar los conflictos y buscar una salida a los mismos, ya sea por medio del consenso mnimo.

La deliberacin asegura, adems, que nadie tenga el monopolio de juzgar pero que, al tiempo, todos puedan exponer sus juicios y que, gracias al dilogo, se puedan conocer las visiones ajenas. En definitiva, y como se afirmaba en otro sitio, reivindicar la democracia deliberativa implica reclamar para el ciudadano la posibilidad nunca imperativa de ir ms all del rol de votante, espectador y encuestado Sampedro, , p.

No se trata slo de una declaracin de intenciones sino, ms bien, de una condicin de posibilidad para el desarrollo de una sociedad democrtica.

Sin embargo, para que ello sea posible, conviene hacer una revisin al modelo deliberativo propuesto por Habermas , puesto que su clsica formulacin suscita una serie de crticas sobre los trminos en los que fue planteada. Hay que sealar que el autor formul una esfera pblica histrica. Es decir, ubicada en un lugar y un momento, en el marco de un Estado-Nacin emergente y de una economa capitalista industrial, donde se generaban espacios de discusin en los que participaba la burguesa.

Este estudio supona que slo se capturara una dinmica histrica particular, la de unos grupos especficos que deliberaban en torno a cuestiones pblicas que les afectaban a ellos, como clase especfica y como individuos concretos.

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